Siempre el capataz pensó en ellos. Cuando todo el mundo habría de par en par sus sentidos para empaparse del cúmulo de sensaciones, que nos aprestábamos a presentar, como el fruto del trabajo de todo un año…el capataz, siempre pensó en ellos.
No es vanidad, ni oportunismo, ni si quiera la osadía de hacer protagonistas a ellos que aun ven todo esto como un maravilloso juego…pero os lo aseguro…cuando la Cruz de Guía rompía decidida la oscuridad de la penumbra del templo y se envolvía en la esplendorosa luminosidad de la tarde, siempre rodeada de ellos….el capataz, en la soledad multitudinaria del momento….siempre pensó en ellos.
Con el respeto que la ocasión merece, y pedida respetuosamente la preceptiva autorización, paró el paso donde siempre…y preguntó por ellos…¿Dónde están?...La respuesta fue la esperada…Están esperando al Señor en la puerta…puedes sacar el Paso…
Y ajustando costeros y cruces, fintando con alardes costaleros el cerco, que parece que año a año se hace más estrecho, arriando los cuerpos, hasta casi romper la espalda de la cuadrilla, fue saliendo poco a poco, sin prisa, el paso del Señor, del NAZARENO. Y cuando se había franqueado una vez más el arco ojival que guiña los ojos del templo al sol y al sur, el capataz miró y allí estaban. Paro el Paso, se fue a ellos y les preguntó…¿Os ha gustado?...la respuesta fue unánime y afirmativa, aun no habían salido del asombro que les produjo lo acontecido.
Este año, ellos, los niños que escoltan la Cruz de Guía de la Antigua y Venerable Hermandad de Jesús Nazareno, y que apenas pueden observar en la lejanía al SEÑOR DE LA CIUDAD , habían sido los privilegiados de ver salir a su NAZARENO, mejor que nadie, … ¡Ya era hora!.Os lo aseguro…si bonito es ver salir al Señor, no os perdáis sus caritas…ESE ES EL VERDADERO ROSTRO DEL SEÑOR.
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