Andabas nervioso ante el reto maravilloso que se te venía encima. Tu semblante mostraba la sublime seguridad ganada con los años de repetir los momentos. Ajustado el nudo de la corbata y vestido como mandan los cánones, con el terno blanco y negro, encajabas toda tu sabiduría en el trance que habría de superar. Mil veces te frotástes los ojos, intentando afinarlos al máximo, para apretar la devoción a arcos y dinteles, pero salvarlos con pericia y elegancia.
Terno negro definiendo tu personalidad; seguridad y mando por fuera y un corazón generoso por dentro. Brillo en los zapatos como prolongación de la reluciente historia de tu pueblo, y todo para poner tu propia puesta en escena de manera impecable.
A veces un tanto esquivo, otras irónico, muchas paternal y siempre profesional de la responsabilidad que atesoras, son algunas de tus aptitudes, pero también y la mayoría de las veces, impermeable a consejos de los oportunistas que quieren aprovechar el momento.
Eres un blanco perfecto para elogios y las más traicioneras iras, pero tus espaldas anchas, curtidas por el tiempo te han hecho fuerte y eres un superviviente de lo vanidoso, sabiendo claramente la diferencia entre la auténtico y la más egoista de las mentiras.
Siempre delante de la representación de la fe del pueblo, serás esa figura envidiada, admirada, querida y odiada que tiene ese trocito de la Gracia de Dios para hacer fácil lo difícil.
Por eso, tú mejor que nadie sabes lo que se sufre delante, mandando, repartiendo, corrigiendo, alentando....Pero no te preocupes, tu gozo llegará una tarde cuando todo haya pasado y delante de un televisor disfrutes de tu obra.
GLORIA A TI .....CAPATAZ. (He dicho).
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