viernes, 18 de mayo de 2012

RELATO DE UNA REVIRÁ PARA LA HISTORIA.

Acariciaba la manecilla larga del reloj los ocho suspiros de una templada tarde de primavera, y el derroche de un barroquismo elevado a casi lo sublime, hacía ondear la bandera del asombro de propios y extraños, ante un trabajo que la gente del NAZARENO ponía otro año más en la calle para inundar el corazón de sentimiento morado al pueblo de Ciudad Real.

Se había mediado ya la andadura cuando llegó un momento, EL MOMENTO, y después de señorearse el SEÑOR, soñando una Sevilla en primavera, atacó decidido la primorosa vuelta que nace cuando la calle de la Feria se asoma al Prado de nuestra Señora. Y de tan premeditado, de tan preparado, de tantas veces vivido…quiso, El, sorprendernos con más..con mucho más…con lo más.

Y levantó el Paso,… y la banda de los Reyes (que nunca nadie fue mejor acompañado) atacó con la Caridad de la entrega la primera marcha. No era lo previsto, pero este año en que el Señor crucificado de Santiago está de fiesta grande, pareció querer estar presente en este privilegiado instante, y lo que en un principio era un revuelo pausado de Judería y de sones gitanos, se convirtió en un preludio de Caridad y en un cuarto de hora de gloria para la esencia cofrade ciudarrealeña a la orden de “La derecha alante, la izquierda atrás”.

Sonó después Judería Sevillana, y cada llamada de los pateros parecía una caricia en la piel morena de la calle, todo dulzura, todo entrega, todo amor y siempre poco a poco, como al Señor le gusta… Y el son de Gitano de Sevilla puso en plenitud todos los sentires.  El paso con la mecía perfecta daba en cada llamada una lección de la estética de los andares y del trabajo costalero.

El solista atacó el solo de trompeta de forma magistral, (como fue toda la tarde), se recreó en la suerte. Nunca brilló tanto una sola trompeta rodeada de tanta gente, y al terminar, a la orden de ¡VENGA DE FRENTE! salió andando con el tronío, con la categoría y con derroche de fuerza que tiene la gente del NAZARENO, para poner Su mirada dulce, Su aroma y Su Majestad a la vera misma de Su Madre Prado, que preciosa lo esperaba asomada en Su Camarín.

Fue un cuarto de hora, fue un derroche de técnica, fue una explosión de fuerza contenida y liberada a suspiros de arte. Fue un trocito de cielo que quiso nuestro NAZARENO regalarnos a todos, para que ya por siempre, en nuestros sueños cofrades, perdure la más maravillosa revirá que ha dado la cuadrilla de costaleros del SEÑOR DE LA CIUDAD.

2 comentarios:

jesus torres dijo...

Solo puedo decir una cosa: A M É N

Francisco de Asís dijo...

los pelos de punta...que bonito!