viernes, 12 de abril de 2013

A TI, Y POR TI, MI SEÑOR.



Ay noche del Parasceve,
oscuro túnel del cielo,
marco que enmarca el dolor
del amor del pregonero. 
 
Negrura de negro luto,
estrellas que lucen velo,
besos de falsa amistad,
bofetadas de desprecio,
camino de tres caídas,
azotes ,cruz y tormento.

 Ay noche del parasceve,
mira, que ya está en mi pueblo,
y va andando por las calles
acompañado del viento,
un hombre, que va cargado
con un tremendo madero,
a las doce de la noche
alrededor de San Pedro.

Lleva túnica morada
de morado terciopelo,
cuatro faroles lo escoltan
iluminando el sendero. 
Misereres, oraciones
y racheos costaleros,
ponen música de vida
al que pronto estará muerto.

Todo lo inunda el silencio
en esta noche de ensueño,
y tan sólo, un capataz,
con su voz y su desvelo,
despierta de su letargo
este atronador silencio.


Ay Señor de la Ciudad.
Ay mi Divino Cordero,
que orgullo el ser capataz
del Bendito pregonero. 
 
Perdóname, amigos míos,
si os hablo de lo que quiero,
pero es tan grande el amor
que por este Cristo siento.
Que cuando de madrugada
o  aquel Domingo primero,
sale inundando de amor
el mismo amor verdadero,
escoltado por su gente
y con vaharadas de incienso,
con los ciriales delante,
y claveles en el suelo,
con la carita escondida
y los ojos entreabiertos,
cargado con esa cruz
para servirnos de ejemplo.
No hay estampa más hermosa
no hay un amor más sincero,
no hay esencia más cofrade
y no hay mejor pregonero,
que el mismo Hijo de Dios
cuando sale de San Pedro
el Señor de la Ciudad,
           mi Jesús, EL NAZARENO.

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